Girasoles en verano

Aislamiento.

Escuchando canciones de ese hombre con pelo rosa que murió de sobredosis, a quien puedo culpar de mi mal humor salvo a mi.

Culpable de desear de que nada de esto acabe, sin presiones sociales, saboreando los girasoles en verano, sentados bajo el árbol, acariciando el césped recién cortado, bicicletas que pasan como flechas, las vacas rubias del bosque pasando pesadamente junto a mi mientras fumo mentolados.

Pero hace dos semanas que volvimos al ruido, al tren empezando a llenarse, a los yonkis de la capital acercándose para pedir dinero o tabaco, a los pies doloridos y las caras largas. Y ahora resulta que van a quitar mis cigarrillos del mercado.

Y ahora resulta que es como si nada hubiera pasado, y yo no puedo olvidarme de ese mes, cantando en el porche, pintando cuadros, y enamorándome más de el proceso de crear algo nuevo, playlists infinitas de canciones relajantes que evocan todas las flores de colores que han nacido en el vecindario.

Quien es peor la incertidumbre o la certidumbre de que todo sigue igual y que estoy estancado en un lugar del que noto que no puedo escapar, perdiendo la fé en cada hora que transcurre.

Sin tiempo, y nada invertido en lo que me hace sentir bien.Ya no sé si estoy enfadado o triste o sencillamente apático y sin fuerzas.

Girasoles en verano