Black
De alguna manera, me encontraba cerrando puertas a todo aquello que envenenaba mi alma, he de admitir que soy una criatura de la noche, segura en la oscuridad, que de alguna manera se refugia en el dolor, el dolor me da potencia, me da fuerza, supongo que de alguna manera cuento con la ventaja de que al contrario que muchos de los presentes, el dolor ese viejo amigo me resulta necesario parte del impulso vital de mi viaje.
La felicidad me resulta incomoda, es como esas viejas gitanas que te venden suerte en una rama de romero, no me fío, mientras te lee la mano esta intentando robarte la cartera.
Y dentro del sufrimiento supongo que encuentro un extraño gozo, porque allá en el fondo de las lágrimas de los problemas, hay libertad, y yo necesito ser libre.
Renunciar a todo lo que me bloquea debajo del miedo, me gusta ver las fauces del lobo y saber a que bestia me enfrento, y salgo o no victoriosa, dar un paso al frente, un paso al vacío y decir, eh aquí estoy, si es este es mi destino lo acepto.
Pero también sabía que aunque me acostumbro fácilmente a la oscuridad dentro de mi vivía un radiante sol, igual de puro que una llama flamante jugando y bailando al son del oxigeno del aire, y muchos venían buscando esa luz, atrapándola porque no la entienden, escondiéndola, apartándola de mi, bajo la cobardía de querer controlar algo que no entienden.
Alguien acostumbrado a la oscuridad y al dolor, a veces solo busca la calma de espíritu, buscando un poco de compresión y cariño, habría las puertas a mi alma, la cueva de las mil maravillas, pero al final todos acaban siendo el ladrón que intenta llevarse los tesoros, y la cueva se entierra en la arena llevándose todo a su interior en el desierto.
Y tú, que eres un cobarde, y en el fondo aunque sabes lo que quieres, tienes miedo y la cobardía te puede, solo puedes jugar sucio hasta el final, es mejor que me dejes marchar.
Al fin y al cabo solo me lastimas, tu egoísmo y tus sombras siempre me la hacen pagar. Pero solo un tonto dice que si a un acuerdo tan malo desde el principio. Y la culpa es mía por creer que no merezco nada mejor y aceptarlo, mendigando un poco, de no se como llamarlo.
Haré lo que sea necesito por cuidar los tesoros de la cueva, y no puedes culparme por ello.
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