The West Side Love Story

Cuando me mude a otro país como cualquiera de mis camaradas, dejaba algo en casa de lo que huía.
En aquel momento pude creer que era la depresión, o el simple de hecho de que siempre había dependido de algo o alguien.

Cuando vine, tenía claro que me las valdría por mi mismo costase lo que costase, y si no lo lograba fracasar era aprender. Así que con tal filosofía como bandera, no me resultó difícil acomodarme a todo lo que yo había evitado toda mi vida, y era a plantar le cara a las situaciones sin ningún tipo de respaldo.

Soy una persona que siente miedo muy habitualmente, y cuando algo me da miedo curiosamente necesito apoyar la espalda en alguna parte, sentir que algo me protege mis posaderas, el colchón, una pared o un respaldo de una silla

cuando te han metido en la cabeza que eres demasiado débil para valerte por ti mismo, realmente llega un punto en el que te da miedo hasta ir al supermercado, solo porque sabes que no tienes un instinto básico de superviviente y lo que a alguien no le cuesta nada, a ti te cuesta el doble.

Sin embargo el hecho de andar sentado en un taburete sin ningún tipo de respaldo, mas que confiando en mi equilibrio. me recordo que pese a una torpeza inicial, no se me daba tan mal cuidar de mi.

Quizá no era el mejor babysitter del mundo, y quizá si tuviera que dejarme a cargo de unos niños me lo pensaría, sin embargo no he perdido ninguna extremidad por el momento.

Pesé a demostrarme a mi mismo y al mundo, que yo sabía ir por mi lado sin dificultades realmente notorias, nada más que las básicas ( como engordar comiendo chuminadas).

Siempre en el fondo deseaba encontrar un respaldo amoroso en este nuevo lugar, sin embargo, los extraños acontecimientos de mi vida, se encargaron de recalcar que no, y , no es no, y podía intentarlo hasta incluso, frustrarme, enfadarme, autocondenarme en la miseria de la soledad, despreciarme, forzarme y obligar a no desistir en la búsqueda y aún así, la vida me daba en la cara bien fuerte.

Lloriquee, patalee, me frusté nuevamente, me enfade con el mundo, conmigo, con mis amoríos, con la ciudad, me abandone, me perdí, volví a patalear, me esforcé más, me obsesione, perdí el tiempo e hice infinidad de movimientos estratégicos que solo me llevaron a la más absoluto fracaso.

Y entonces, hoy un día como otro, ya más alejado en esos términos aunque bastante escocido en el s de mi ultimo intento fallido, pero calmado, me pregunté, ¿Hasta que punto quieres eso? claro que lo quería quien no quiere amar cuando eres un romántico, pero acordé de lo que supone el sacrifico, me acorde de lo intenso que me vuelvo y como muchas veces muero en ese proceso, en como mis pensamientos y mis deseos solo se optimizan en la persona querida, o como cedo y cedo dejando a un lado mi voz para buscar un nosotros, sin apenas molestarme en modular la voz de mis intereses, o como el miedo se apodera de mi volviendo un ser despreciable asustadizo y controlador.

Y entonces, me di cuenta de que el destino me hablaba, me pedía que comprendiera, que toda esa energía necesitaba ser enfocaba en otra dirección y que el cosmos me estaba dando la oportunidad de conocer a una persona muy interesante, a enfocar mi energía en mi, y eso, no solo me llevaría dos años de auto-regalos, y pequeños caprichos y decisiones egoístas, no era eso.
Era algo más profundo, más complicado, que bajar al abismo y recuperar tu autoestima después de perder la, se trataba de no saber por donde vendrían los golpes y permitir aflorar la verdad de uno mismo y concederle el poder de la creación y decisión. 

Una vez que eso ocurriese creo que conocería la raíz del amor, pues cuando uno ama su vida, lo que hace, lo que es, lo que le rodea todo es una espiral de amor, y no importa quien o de que manera entre en esa espiral, siempre es bienvenido a quedarme y bienaventurado de irse, pero esa espiral nunca para puesto que su epicentro ( uno mismo) nunca deja de crecer y avanzar alimentando con su propia magia el universo.


La ráiz del todo esta cerca.



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