Escuela de poetas de NY
El té ya está.
Paquetes de cigarrillos vacíos por todas partes.
He pisado un pendiente y se me ha clavado en el pie, como escuece, eso me pasa porque cada vez que quiero escoger unos bonitos pendientes para salir, vacío la caja de joyas y la dejo en el suelo.
Soy la hija del caos.
Hay belleza en el caos, pero a veces se vuelve en mi contra.
Me entretengo abriendo las páginas del libro de la escuela de poetas de Nueva York y leyendo el primer poema que aparezca.
Me apetece llorar, pero desde hace unos años que necesito al igual que cuando hacer ejercicio, empezar con un calentamiento. Cuando necesito llorar necesito calentar primero, pensar en cosas que me duelan y escuchar canciones tristes y cuando ya he gestado un poco mi tristeza caen dos o tres lágrimas.
Echo de menos llorar a mares como cuando era niña, ahora noto que esas lágrimas no son suficientes, con la tristeza que a veces siento deberían inundar habitaciones pero sin embargo, solo caen un par de gotas.
No es suficiente.
A veces siento que la vida es un scam, he trabajado muy duro para ser la persona que soy, y pensaba que cuanto más madurara y mejor fuera mi propia versión de mi misma, más feliz sería pero la vida es decepcionante, si eres lo suficientemente, no listo, mejor dicho superviviente, buscas un par de cosas en este mar de basura, que te hagan feliz y sigues con la esperanza de que en algún momento llegues a buen puerto.
La gente tiene mucho miedo y eso la hace una amenaza para los demás, cuanto más miedo tiene una persona, más peligrosa es.
Y el miedo no se cura con una sacudida, hay gente que al contrario lo ceba tanto que el miedo es tan grande que lo acompañan cosas peores, como esos tiburones con peces pegados.
No puedo curar a la gente con miedo, la gente con miedo me da miedo.
Yo tengo miedo también pero intento no escucharlo mucho, a veces noto que me agarra la mano fuerte paralizando me pero yo me echo a caminar y el no puede hacer nada, pero si que hay gente que me da mucho miedo.
La gente que manipula y que juega con los sentimientos de los demás me da miedo, que te hacen creer una cosa y no es verdad, que alteran la realidad para coger algo de tí. Esa gente me asusta.
A veces los veo venir, y no los dejo entrar, pero mi naturaleza juguetona e inocente muchas veces me traiciona.
Como un perrillo que se acerca a un desconocido a jugar y a lamerlo y recibe una patada, quizá esa patada viene del miedo a que quizá una vez un perro le mordió pero luego hay otro tipo de gente una que me da más miedo aún, la que se le acerca el mismo perrito juguetón y le da una paliza, o lo tortura o lo mata.
Y esa maldad es miedo evolucionado en una forma tan retorcida que da pánico solo pensarlo.
Hay gente así, a veces la veo, se les nota en los ojos. Sus ojos no tienen brillo, están muertos.
El hinchazón del pie ha bajado, es sábado noche, la casa es mía, los chicos se han ido. Uno de viaje, otro de fiesta, y el otro con su novia no novia, estos tiempos modernos de relaciones abiertas que dejan heridas en todos.
Lo vi en mi compañero hoy, el tenía miedo a enamorarse de nuevo pero luego se volvió valiente venció su miedo y continuo con esta chica, pero para nuestra sorpresa ella que también tenía miedo dijo que mejor tener una relación abierta, no es que ella vea nadie, pero supongo que eso la deja con un pie fuera si todo sale mal, ella también lo quiere a él, lo he visto no es que se sienta agobiada, ella es la que quiere hacer vida de pareja con él, pero tiene miedo.
mientras mi compañero cocinaba lo vi en sus ojos, todo ese daño que hacen estas cosas, el tener miedo y estropear las cosas, porque no es lo mismo no estar preparado que tener miedo.
No me siento triste de no salir, cada vez siento que no hay nada ahí fuera para mí, me prometi dejar de buscar algo que no existe.
Así que me dispongo a coger mi té que ya se habrá enfriado, ponerme el pijama y leer mi libro y olvidarme que en algún momento siete días atrás creí que ese chico podía haber sido el elegido.
No, no lo fue.
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