Compañeros de cuarentena

Joder, la cuarentena ya empezaba a volver a todos locos de remate, yo mismo me lo notaba, ya estaba algo inquieto, notaba que en este tiempo sin andar sin gente, había perdido las pocas habilidades sociales que tenía.

Odio hablar de la mierda esta de la pandemia, pero al final siempre uno acaba hablando de la misma mierda, es como cuando tienes un pelo en la boca y no te lo puedes quitar, hasta el punto que ya aceptas o que te lo tragaras o que en algún momento lo escupirás.

Nadie sabía que iba a pasar, supongo que había gente que estaba más tranquila y luego estábamos yo y mi compañero de piso, en otro país, pagando alquiler, con trabajos basura siendo completamente prescindibles en caso de que todo se fuera a tomar por el culo.

Yo llevaba una diana en la cabeza que pedía a gritos dispara me en la cabeza ya estoy muerto por dentro.

Mi compañero de piso, el tío que peor canta en el mundo y con una alegría que se te hace contagiosa,  también estaba afectado, lo notaba taciturno, malhumorada y enganchado a esa mierda de los tik toks.

El seguía trabajando con su tele-trabajo y yo agradecía a los dioses que no fuera mi caso.
Una de las cosas que más me gustaba del día era sentarnos en las escaleras de la iglesia protestante del barrio ( la cual parecía más un auditorio pintado de azul pastel que una iglesia) mientras fumábamos y el me contaba sus inquietudes, sus amoríos pasados, o como las mujeres de su país tienen una carácter de los más fuerte, yo escuchaba con atención, la mayor parte del tiempo pero a veces me perdía viendo los árboles floreciendo y las nubes surcando nuestro vecindario.

Eramos un par de idiotas ruidosos y llenos de sueños, sin saberlo preparados para darlo todo en una carrera final, pero hacíamos de eso parte del costumbrismo diario.
Él. antes de todo eso tenía dos trabajos, el pobre trabajaba siete días, y seguía ahí listo para salir conmigo siempre que yo se lo proponía.

Ya empezábamos a estar un poco aburridos de estar solos, así que siempre que pasaba una chica bonita por el vecindario, el me decía que le diera un codazo, el pobre entre que siempre sale sin gafas y que está algo sordo contaba conmigo como sus ojos y oídos,  y yo que en otras cosas no, pero en eso soy como un ave rapaz y tengo un excéntrico gusto en fijarme en la gente y quedarme con ellos hasta puntos insospechados, así que disfrutábamos intentando ensoñar con alguna horma para nuestros zapatos. Supongo que pese a que eramos bastante solteros empedernidos, nos gustaba la idea de enamorarnos.

Y así pasaban los días, fumando, yo escribía y dibujaba él corría a mi cuarto a alabar mis obras, siempre era tan entusiasta para todo que no era imposible que fingiese, hubo un día que le corte el pelo y creerme cuando digo que el hombre no podía estar más agradecido, me hizo sentir importante y un fabuloso peluquero.

Sé que por mucho que nos quejáramos en algún momento de mi vida echaría de menos esto, echaría de menos sentarnos en el bosque y divagar mirando al cielo mientras yo ponía mi lista musical de reproducción ( siempre), estoy seguro que en el fondo me odia por ello, aunque mi compañero no gasta de eso,es un buen cristiano y no odia, además creo que el sabe que su gusto musical es una mierda.
Pero lo lleva con dignidad, solo a veces cuando cocina pone la música muy alta ( porque está medio sordo) y nos atormenta con su música balcánica.
Aunque en el fondo me gusta que me atormente, en el fondo me parece entrañable.

La verdad es que le deseo lo mejor a ese hombre, es difícil no quererlo.


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